CUÉLLAR: DOS ESCUDOS CON LAS ARMAS DEL XIII DUQUE DE ALBURQUERQUE
JUAN CARLOS LLORENTE MÍNGUEZ, PROFESOR EMÉRITO DE HISTORIA
Don Miguel José María de la Cueva Velasco Enríquez Velasco Guzmán Dávalos y Spínola (1743-1803), fue el décimo tercer Duque de Alburquerque, después de que entraran en la posesión de este ducado los de la Casa de Siruela, Marqueses de la Mina.
Don Miguel poseía los títulos de Conde de Ledesma y Huelma, Marqués de Cuéllar, XVII Conde de Siruela, IV Marqués de la Mina, tres veces Grande de España de la primera clase y antigüedad, junto con otros muchos títulos y señoríos. Casó con Cayetana de la Cerda y Cernesio, de la casa del Conde de Parcent.
Dintel de las "Paneras del Duque"
Don Miguel, según reza en el dintel de la llamada Casa y Paneras del Duque[1], situada entre las calles del Estudio, del Duque de Alburquerque y de la Solana Alta de la Villa de Cuéllar, mandó levantar, entre los años 1788 y 1790, este gran edificio, en cuyas fachadas oeste (C/ Duque de Alburquerque) y sur (C/ Solana Alta) mandó colocar sendos escudos, iguales en su hechura y con las mismas armas representadas, armas que se pueden describir así:
Escudo cuartelado bajo corona ducal cerrada, y arropado por manto de Grande de España, abrazado en el dorso, por la cruz de la Orden de Calatrava; en el primer cuartel, las armas del Condado de Siruela, en el segundo, las armas de Enríquez de Navarra, en el tercero las armas de Spínola y en el cuarto las armas de Guzmán; en el escusón (centro del escudo) las armas de los Cueva. El escudo está ceñido por el Collar de la orden de Carlos III y acompañan, a su alrededor, símbolos de tropa: tambores, cañones y lanzas.
Las armas del Condado de Siruela son las de la gran casa de los Velasco, Condestables de Castilla: “escudo jaquelado de quince piezas, ocho de oro y siete de veros, bordura de castillos y leones” (en este caso, el número de piezas se ha reducido por ajustarse al espacio).
El segundo cuartel tiene armas de la Casa “Enríquez de Navarra”, armas de la madre de este Duque, “cadenas de oro sobre fondo gules, con una esmeralda en el centro que sirve de unión de sus ocho brazos de eslabones, que son las del Antiguo Reino de Navarra”.
El tercer cuartel conlleva las armas de Spínola, correspondientes a las de su abuela paterna, Micaela Guzmán y Spínola, que son:
“Una faja jaquelada de plata y gules en tres órdenes, sosteniendo una espina de gules puesta en palo”.
El cuarto cuartel presenta las armas de Guzmán, también de su abuela Micaela Guzmán y Spínola: “Praefere Patriam Liberis Parentem Decet” (un padre debe anteponer la patria a los hijos), reza el que es el lema de Guzmán, que hace referencia a la legendaria postura que tuvo aquel caballero leonés, Guzmán el Bueno, cuando, en el siglo XIII, fue coaccionado por los moros para que rindiera la plaza de Tarifa a cambio de la vida de su hijo, rehén de aquellos.
Las armas son: “En campo de azur, dos calderas jaqueladas de oro y gules, bordura de plata alternando leones y castillos”.
La corona ducal que preside todo el cuerpo del escudo, se adorna también con un bonete rojo que es sólo propio de los “Grandes de España”. De la corona se desprende el manto abierto de los Grandes de España, anudado en sus laterales con cordón de oro.
En el escusón del escudo, se sobrepone a los demás emblemas, el blasón de los Cueva, Duques de Alburquerque, cuyas armas son: “En campo de oro, dos palos de gules, y el mantel de plata, con un dragón de sínople”.
Tras el escudo, aparecen los brazos de la cruz de la Orden de Calatrava, de la que fue este Duque, Comendador.
Como orla, de la mitad del escudo se desprende el collar de la Orden de Carlos III, que sostienen dos leones con cabeza de simio, cuyo orden de eslabones comienza con el “III” del reinado del monarca, el León, el Castillo de los antiguos reinos, un trofeo de yelmo sobre dos banderas cruzadas, para rematar en una cadeneta que sostienen dos leones con cabeza de simio en la que se engarza una cruz de brazos iguales (símbolo de la Orden de Carlos III) que comprende en su centro un óvalo con la imagen de la Purísima Concepción.
Todos los símbolos en el entorno de estos dos blasones, hacen alusión a los oficios que ejerció Don Miguel, al servicio de los ejércitos: lanzas, tambores y cañones, que se refieren a que fue Teniente General de los Reales Ejércitos del Rey Carlos IV, Capitán de Guardias Alabarderos y Virrey y Capitán General de Aragón, entre otros muchos cargos al servicio de la monarquía.
Dos piezas heráldicas que rezan sobre este XIII Duque de Alburquerque, que suelen pasar desapercibidas, pero que llaman la atención por su buena compostura y sus rico contenido heráldico en referencia a éste, tres veces “Grande de España.”.
PEQUEÑO VOCABULARIO HERÁLDICO
CUARTELADO
Escudo dividido en cuatro partes.
CORONA DUCAL CERRADA
Está compuesta por un cerco de oro adornado de perlas y pedrería, decorado con ocho florones en forma de hojas de apio que se sostienen sobre puntas elaboradas con el mismo metal que la base. Esta es la corona con la que también timbran sus escudos los Grandes de España, estén o no en posesión de un ducado, aunque está cubierta de un bonete de terciopelo rojo rematado en un botón de oro.
ESCUSÓN
Se llama escusón o sobrescudo a la pieza que consiste en un escudo de pequeño tamaño y con unas dimensiones equivalentes a su tercera parte, colocado en el centro del blasón principal.
JAQUELADO
Cuadro o casillas que resulta de las divisiones del escudo.
VERO
El vero se compone de campanas pequeñas, opuestos unos a otros, de modo que la base de cada uno esté siempre junto a la base de otro.
GULES
Usado siempre el plural, es la denominación del color rojo vivo.
FAJA
Se dice de una de las piezas del escudo que lo abraza de un lado al otro ocupando una tercera parte del mismo en su zona central. La faja representa el ceñidor con que se sujetaba el paladín la coraza a su cintura.
PALO
Se llama palo a la pieza heráldica que atraviesa el centro del escudo desde su parte superior hasta la inferior, siempre es de color, metal o esmalte diferentes de los del campo.
AZUR
Es la denominación heráldica de un color azul intenso u oscuro. De entre los esmaltes heráldicos, pertenece al grupo de los colores, junto con el gules (rojo), el sable (negro), el sínople (verde) y el púrpura.
CALDERAS
Las calderas se representan tal cual, pero hay veces que éstas llevan serpientes que salen de uno o ambos costados, junto a las asas.
BORDURA
Se llama bordura a la pieza honorable que rodea el interior del escudo por todos sus lados. La bordura es símbolo de protección, favor y recompensa.
ESMALTES
Es el atributo cromático de un campo o de un fondo. Se trata de colores simbólicos: así el gules se representa por un rojo sea bermellón, escarlata, carmín, carmesí u otro. Los esmaltes están repartidos en tres grupos: A) los metales, compuestos esencialmente del oro y el plata. B) los colores, compuestos esencialmente del azur (azul), del gules (rojo), del sable (negro), del sínople (verde) y del púrpura.
MANTEL
Pieza curvilínea o triangular del escudo.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
FERNÁNDEZ DE BETHENCOURT, FRANCISCO, “Historia genealógica y heráldica de la Monarquía Española”. Madrid 1920.
GONZÁLEZ DORIA, FERNANDO. “Diccionario heráldico y nobiliario de los reinos de España”. Madrid 1987.
GARCÍA BERMEJO, Profesor, “Heráldica”. Madrid 1999
J.A. SCHNIEPER CAMPOS, ROSADO MARTÍN FLÉLIX, “Armorial de apellidos españoles”. Madrid 1999.
VELASCO BAYÓN, BALBINO. “Historia de Cuéllar”. Segovia 1981.
JUAN CARLOS LLORENTE MÍNGUEZ, PROFESOR EMÉRITO DE HISTORIA. AÑO 2020
[1] “Reinando los Señores Don Carlos III y IV y siendo Duque de Alburquerque-Marqués de la Mina y de esta Vila el Exmo. Señor Don Miguel M. de la Cueva- se hizo esta obra a expensas (falta un trozo de la piedra del dintel) desde 28 de abril de 1788 y hasta 22 de (falta un trozo de la piedra del dintel) de 1790
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EL RETABLO MAYOR
DE LA IGLESIA DE SAN ESTEBAN
Carlos Arranz Santos
Las importantes reformas efectuadas a
lo largo del siglo XVIII en la iglesia de san Esteban de la villa de Cuéllar,
culminaron con la colocación de un nuevo retablo mayor, de estilo barroco, cuya
ejecución se encomendó al maestro arquitecto Manuel García Sánchez, junto con
el tabernáculo, la mesa del altar, un par de credencias a la romana, la imagen
de san Antolín y la reparación de la talla del titular de la parroquia, san
Esteban Protomártir. El retablo se asentó sobre un zócalo de piedra labrado por
Frutos Fraile, maestro cantero, vecino de la villa[1].
En este artículo damos a conocer la
traza de este retablo mayor, obra del escultor y ensamblador vallisoletano
Pablo Álvaro, así como la escritura de su posterior realización, encomendada al
referido Manuel García Sánchez, fechada el 11 de julio de 1772[2].
TRAZA Y CONDICIONES PARA LA EJECUCIÓN
DEL RETABLO
Las condiciones establecidas en la traza describen
minuciosamente la composición del retablo, con palabras propias del arte de la arquitectura. Se establece, en primer lugar, que toda la madera
empleada en la obra “ha de ser de Soria, limpia y seca”. La planta, según
mostraba el autor en un dibujo adjunto, no conservado, debía arreglarse al sitio de la capilla mayor,
“quedando lugar bastante para las entradas de los costados, que la una puerta
sirve de paso para la sacristía y la otra, que se mira en el otro costado,
puede servirse para en el hueco, aunque poco, guardar algún trasto perteneciente
a la iglesia”.
La tercera condición explica cómo irán ensamblados la
mesa de altar, zócalos y pedestales, con
el grueso correspondiente para que los entrepaños o témpanos vayan metidos en
garbel. La cuarta, se refiere al alzado de las columnas e intercolumnios,
incluyendo el sagrario y custodia para el Niño. La quinta y la sexta, tratan de
la disposición de la cornisa y de la caja principal donde iría colocada la
imagen de san Esteban, con inclusión de varios mancebos portando algún atributo del santo. La sexta, habla del
cerramiento o cascarón del retablo, que tendría que guardar, en todo, el
movimiento de la planta.
Por cuenta del maestro ensamblador que realizase la obra, quedaría el conducirla a la villa de Cuéllar, una vez finalizada, y asentarla en la iglesia de san Esteban. Una última condición establecía que en el caso de que este diseño, presentado por Pablo Álvaro, fuera elegido, no quedándose él con la obra, sería cuenta del maestro que la ejecutara pagar dicha traza y el viaje efectuado a Cuéllar para reconocer el sitio en que se colocaría el retablo.
AJUSTE DE LA OBRA CON EL MAESTRO ARQUITECTO MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ
La traza diseñada por Pablo Álvaro
resultó elegida, sin embargo, la realización del retablo se ajustó el 8 de
julio de 1772 con Manuel García Sánchez, maestro arquitecto, vecino de la
cercana villa de Peñafiel, en 7.700 reales de vellón, comprometiéndose a dar
concluida la obra en todo el mes de marzo del año 1773. Respecto a las
condiciones originales, se introdujeron algunas modificaciones. Se habían de
hacer dos mesitas, una a cada lado, que sirvieran de creencias, y la obra se ceñiría a la pared todo lo posible,
quedando sólo el espacio preciso para los fondos de las cajas. Se incluía,
además, una advertencia: al maestro que había dado la traza, se le satisfaría
el justo valor de ella, pero no se le pagaría nada por razón de viaje, porque
lo había hecho por su conveniencia, que así lo practicaban todos los demás
maestros en dicho arte.
Tres días más tarde, una nueva
cláusula introduce un importante cambio en el diseño inicial: “También se
advierte que los zócalos que expresa la tercera condición han de ser de piedra
y éstos quedan de cuenta del señor cura, y en recompensa de ellos, queda de mi
cargo hacer un santo de la estatura que tiene el san Esteban que hoy está en el
retablo antiguo, y a éste se le han de poner las parrillas para que con ellas
quede hecho san Lorenzo.”
Ese mismo día, en el lugar de
Campaspero, a medio camino entre Cuéllar y Peñafiel, el citado maestro
arquitecto Manuel García Sánchez, como principal, y el licenciado don Manuel de
Casas, abogado de la Reales Consejos, como su fiador, se obligan a construir el
referido retablo del altar mayor en las condiciones acordadas previamente, en
presencia de don Tomás de Minguela y Santillana, cura de la iglesia de San
Esteban, que se compromete a satisfacer los 7.700 reales en que se había
ajustado la obra en los tres plazos acostumbrados: al principiar, para
prevención de materiales, al mediar y una vez finalizada. La escritura se
otorgó ante Joaquín de Figueroa, escribano de la villa de Cuéllar, siendo
testigos el cura de Campaspero, don Francisco de las Monjas, y dos vecinos del pueblo,
Francisco Herrera y Atanasio Gómez.
La redacción de la cláusula de la
escritura relativa al zócalo, adolece de falta de claridad. Interpretamos que
el maestro Manuel García Sánchez talló una imagen nueva, de un santo cuyo
nombre no se indica, de la misma altura que el san Esteban venerado entonces en
el retablo antiguo. Además, añadiendo unas parrillas a esa imagen de san
Esteban existente en el retablo antiguo, la convirtió en un san Lorenzo. La
adaptación resultaría fácil, pues ambos santos solían representarse vistiendo
dalmática y portando un libro en la mano, por su condición de diáconos. Estas
dos esculturas, de la misma estatura, parecen ser las colocadas actualmente en
el retablo mayor de la iglesia: en el lado de evangelio san Lorenzo, que ha
perdido su parrilla; en el lado de la epístola, san Antolín, también con su
dalmática de diácono, llevando como atributos la palma del martirio y un libro.
En el centro del retablo, a un nivel superior, se encuentra la imagen de san
Esteban, titular de la parroquia, de mayor tamaño que las anteriores, igualmente
revestido de dalmática, en calidad de diácono, con una piedra en la mano
derecha, simbolizando su lapidación, la palma del martirio en la izquierda y un
libro con otra piedra a los pies. Debió de realizarse en la misma época del
retablo, sin que conozcamos por el momento el nombre de su autor.
A la talla y ensamblado del retablo seguiría, años después, su dorado, del cual tampoco tenemos conocimiento alguno. La obra, en su conjunto, con las imágenes que contiene, bien merece un estudio especializado por parte de historiadores del arte, como tantas otras de esta antigua villa de Cuéllar. Sirva este sencillo artículo de reconocimiento a la importantísima labor que la revista La Villa, dirigida por Salvador Guijarro, ha realizado en la defensa y promoción del patrimonio histórico y cultural de la villa de Cuéllar y pueblos de su Tierra.
[1] PALOMINO LÁZARO, Ángel L., MARCOS
VILLÁN, Miguel Ángel, FRAILE GÓMEZ, Ana y MARTÍNEZ GONZÁLEZ, Gloria: “La
iglesia de San Esteban de Cuéllar. Aproximación a sus contextos histórico y
arqueológico.”, en La iglesia de San
Esteban de Cuéllar, Segovia, Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla
y León. Cuadernos de Restauración 10, 2011, pp. 15-27.
[2] Diseño, condiciones y postura de la obra del retablo
mayor de la iglesia de San Esteban de Cuéllar. Archivo Histórico Provincial de Segovia:
Sección de Protocolos notariales, legajo 4.668, folios 227-230.
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LA CAPILLA DE FRANCISCO SANZ DE LA CUEVA O DE LOS AYALA DE LA IGLESIA DE SAN MIGUEL DE CUÉLLAR: EL PANTEÓN DEL CRISTIANO NUEVO.
J. Ramón Criado Miguel
En Cuéllar, estaba un loco que se decía Chinato. Y entrando en una iglesia en una aldea de Cuéllar, decía misa un clérigo que tenía fama de converso; y estando alzando a Nuestro Señor, comenzó el Chinato a dar grandes voces diciendo:
-Señor, guárdate de las manos de tus enemigos, no te acontezca otro tanto como lo pasado.
Este breve chascarrillo recogido por el escritor del siglo XVI Luis Pinedo nos sirve de ejemplo para poder afirmar que durante bastante tiempo en Cuéllar y su Tierra todos sabían quiénes eran descendientes de aquellos judíos que habían optado por el bautismo para permanecer en su patria evitando así un arriesgado camino del exilio. De esta comunidad de cristianos nuevos se ha escrito muy poco y a día de hoy son unos perfectos desconocidos. Para ir completando esta laguna historiográfica en Cuéllar, traemos aquí el caso de los Sanz de la Cueva, familia conversa cuyo seguimiento se hace posible gracias a la documentación que generaron durante más de cien años, desde el bautismo del primero de la saga en el año 1492, hasta la fundación de la capilla para sus enterramientos en la parroquia de San Miguel de Cuéllar en 1612, por la cuarta generación. A la prolijidad de esta documentación se sumará el hecho de que esta caerá en manos de los mejores depositarios en los que pudiera recalar para su conservación: la familia Ayala, una saga de funcionarios del archivo de Simancas, heredera por uno de sus miembros de las fundaciones y bienes de los Sanz de la Cueva en Cuéllar.
A principios del año 1492 los Reyes Católicos procedían a la publicación del decreto de expulsión de los judíos. Sin entrar a considerar aquí los motivos y objetivos principales que persiguieron con esta publicación, se da hoy por probado que fueron muchos los judíos que optaron por adoptar el bautismo para poder seguir viviendo en territorio de Castilla. Las razones para el cambio de religión estarían en relación a las nada halagüeñas perspectivas vitales que tenían por delante si persistían en seguir fieles a su credo hebreo. Y serían las propias autoridades castellanas, desde los reyes para abajo, las que los animaron a que se bautizaran. Hubo conversiones masivas en 1492 y 1493, con sospechas sobre la plena sinceridad de todos esos bautismos, dadas las circunstancias en que tuvieron lugar.
Es importante el grupo de judíos que se bautizó después de haber tomado en un primer momento la decisión de emprender el exilio, pero la experiencia, tras haber pasado unas semanas amargas en Portugal, les hizo cambiar de idea y regresar a su lugar de origen, abrazando la fe cristiana. Este es el caso de algunos judíos cuellaranos perfectamente documentados, tanto por su nombre hebreo como por el que adoptaron en el bautismo. En este sentido, muchos nombres y apellidos de los judíos conversos de Cuéllar concuerdan con los de personas destacadas de distintos estamentos de la villa. Sin duda, parecería una osadía inexplicable que los judíos convertidos se hubieran apropiado de los apellidos de la población cristiana sin su padrinazgo o su consentimiento. Más aún si se trataba de apellidos de personajes relevantes por su posición social, incluido el propio duque.[i]
No hay que olvidar que la Cuéllar de D. Beltrán de la Cueva había experimentado un significativo aumento de la población judía desde que el duque recibiera la villa como señorío por merced de Enrique IV en el año 1464. Este incremento de población judía, desde dicho año hasta la expulsión, coincide con la llegada a Cuéllar del converso Diego de Alba, corregidor o alcalde mayor nombrado por el duque de Alburquerque y su hombre de confianza. Habría pasado la aljama judía cuellarana, según un fraile testigo en el proceso inquisitorial al que fue sometido el propio Diego de Alba, de los 50 a más de 200, unas sesenta familias aproximadamente. En este tiempo predicaba en la sinagoga Abraham Simuel, rabino y filósofo además de médico de Beltrán de la Cueva, que decidió bautizarse y evitar el exilio, siendo conocido desde entonces como Maestro Fabricio de la Cueva.[ii]
A este grupo pertenecía Francisco Sanz de la Cueva que, una vez en Cuéllar reclamó, amparado por los edictos de los reyes, los bienes vendidos a bajo precio cuando salió del reino por judío, lo que no siempre fue fácil. El hecho de que en esta reivindicación aparezca junto al converso Alonso de Cuéllar nos hace sospechar que éste fuera su hermano. Desconocemos el nombre en el judaísmo de ambos, pero para el caso de Francisco sabemos que antes de la expulsión había sido arrendador de las alcabalas y tercias de la villa de Cuéllar que correspondían a Beltrán de la Cueva y que estaría también dentro de la órbita de la casa ducal como otros judíos que aparecen en la documentación. De sus señores tomaría el apellido de la Cueva en su bautismo y como nombre de pila Francisco, como el heredero del primer duque de Alburquerque.
Este Francisco Sanz de la Cueva I fue el bisabuelo de su descendiente homónimo Francisco Sanz de la Cueva III que sería, como cuarta generación de cristianos nuevos en la villa de Cuéllar, el fundador de la conocida hoy como capilla de los Ayala, en la iglesia parroquial de San Miguel. Así consta, entre otra documentación, en el testamento del descendiente otorgado en Cuéllar en el año 1612. La lápida fundacional de la capilla nos deja claro no solo quién fue el fundador, sino que nos aporta los datos referidos a sus familiares más directos y a sus ancestros.
ESTA SEPULTURA ES DE FRANCISCO SANZ DE LA CUEVA FUNDA/DOR DE ESTA CAPILLA / HERMANO DE JUAN DE LA CU/EVA PRIMER MARIDO DE / DOÑA ISABEL DE LO/RENZANA Y EN ELLA ESTÁN ENTERRADOS / SUS GUESOS Y LOS DE / FRANCISCO SANZ SU PADRE / Y JUAN SANZ DE LA CUEBA SU AGUELO.[iii]
No figura el nombre del bisabuelo, pero tenemos claro que este no fue otro que el judío converso Francisco Sanz de la Cueva I ya que a principios del siglo XVI figura como propietario de las casas con bodega de la calle de la Morería que heredarán sus descendientes.[iv] Esto nos pone de manifiesto que, una vez regresado a Cuéllar, el primer converso de la saga, pondría las bases de un patrimonio que iría aumentando con sus sucesores. La actividad económica de este cristiano nuevo derivó hacia la adquisición de propiedades, principalmente agrarias, convencido de la seguridad y de la riqueza que esto le reportaría. Por otra parte, vedado su acceso a la hidalguía por su condición de converso, le supondría un indudable prestigio social. El extraordinario crecimiento demográfico experimentado en el siglo XVI aumentó la demanda y elevó los precios de los productos agrícolas y por lo tanto la rentabilidad de las tierras de labor para los rentistas como los Cueva.
Los Sanz de la Cueva pondrían así las bases de un importante patrimonio comprando la propiedad de un buen número de obradas en el entorno de Cuéllar. Obradas de pan llevar, pero sobre todo viñedos con la gestión de lo producido en estos y mediante la especulación directa con las rentas en especie recogidas en sus tierras de cereales. La adquisición de bienes agropecuarios continuaría con sus descendientes hasta los realizados por los hermanos Francisco Sanz de la Cueva III y Juan de la Cueva II en las últimas décadas del siglo XVI.
En ningún caso podemos afirmar que los Cueva fueran inversores absentistas, puesto que al tener sus propiedades en el entorno próximo a su villa de residencia, participaban en el control de sus haciendas y arrendamientos. Así como en la dirección de la producción del vino y de su venta, garantizada con preferencia en la Tierra de Cuéllar por la llamada ley de la vieda, ordenanza proteccionista que daba prioridad al consumo de los caldos locales. Consta que el hijo de Francisco Sanz de la Cueva I, Juan de la Cueva I, ya era propietario de viñedos y de las casas con bodegas en el lugar de Vallelado, en cuyo término y en el de Torre concentraban sus tierras dedicadas a viñas, con lo que nos remontaríamos con seguridad a las primeras décadas del siglo XVI.[v] Queda pendiente de comprobar si esta especialización en la producción de vino no les venía a los Cueva de antes de su expulsión.
Cómo inversores, los Cueva aprovecharon en ocasiones los momentos de crisis de los campesinos para quedarse con sus tierras. Sirva de ejemplo el caso de Samboal, que ya dimos a conocer en otro lugar. En competencia con el comendador Gómez Velázquez, se quedaron los Cueva con la subasta de las 830 obradas de tierras baldías de realengo vendidas por arbitrio de Felipe II en el año 1587, pasando a ser renteros de los Cueva los vecinos de dicho lugar de Samboal y sus anejos de Frades y Gómez Ovieco.[vi] Hay indicios para pensar que este propietario burgués era novedoso para los campesinos y que suscitó en estos cierto resentimiento, sobre todo porque sabían su origen converso, en este caso el de los Cueva. Prueba de ello puede ser la demanda que Francisco Sanz de la Cueva III puso a un vecino de Vallelado que lo injurió acusándole de blasfemo y hereje.[vii]
Queda constancia también de que esta familia gestionó préstamos o censos con lo que complementaba con esta actividad financiera las agropecuarias que se han señalado como propietarios o rentistas. Destaca una importante deuda con los Cueva por parte de la alhóndiga de Cuéllar, 2.000 ducados. De la misma manera se habían hecho con algunos inmuebles en las aldeas por incumplimiento en los censos o préstamos.[viii]
UN CASO SINGULAR DE ACCESO A LA HIDALGUÍA.
Los hermanos Francisco Sanz de la Cueva III y Juan de la Cueva formaban sociedad en su hacienda y negocios y tuvieron pro-indivisos toda su vida los bienes heredados de su padre, Francisco Sanz de la Cueva II, más los que fueron adquiriendo. Sin embargo, necesitaban la llave para ser reconocidos como hidalgos, clase social dominante en la villa, para cuyo ingreso en la misma estaban lastrados, en principio, por su condición de cristianos nuevos. Vieron como solución a este asunto el casamiento de Juan de la Cueva con Isabel de Lorenzana, sin duda una boda interesada. La novia era una Monroy y eso suponía la exención de impuestos y el acceso directo a la hidalguía por ser esta mujer descendiente de Antona García Monroy, heroína de Toro ajusticiada en 1476 por los portugueses por conspirar a favor de los Reyes Católicos que la compensaron postumamente por ese mérito. La merced consistía en dar hidalguía a los descendientes de la Antona, varones y hembras, y a quienes con ellos casaran.
Isabel de Lorenzana era prácticamente una niña de catorce años originaria de Olmedo y recibió en arras dos mil ducados señalados sobre la hacienda de los hermanos de la Cueva. Fue un buen negocio para todos. No tardó Juan de la Cueva en reclamar el derecho que le correspondía con esta boda y empezó a pleitear en la Chancillería de Valladolid en el año 1588 para que se le hiciera efectivo, consiguiendo de esta manera la ansiada hidalguía.
Del matrimonio nacieron dos hijos varones, Juan y Francisco Sanz de Lorenzana, llamados a heredar la cuantiosa hacienda. Siendo ya el segundo hijo póstumo, quedó pues pronto Doña Isabel viuda y con sus dos hijos compartiendo con su cuñado Francisco Sanz de la Cueva, soltero, las casas de la calle de la Morería, en la parroquia de San Miguel.
Durante su viudedad, aprovechando las salidas de Francisco a sus negocios, cortejó a doña Isabel un joven caballero de la villa, don Gómez Velázquez de Atienza. Fruto de esos encuentros nació un hijo natural que fue apartado en primera instancia para alejar la vergüenza y se le dio para su cría a una mujer de Arroyo de Cuéllar. Sin embargo, los padres de la criatura acabaron casándose y legitimaron al fruto de su relación, Juan Velázquez de Atienza y Lorenzana, y tuvieron más hijos.[ix]
LA CAPILLA DE FRANCISCO SANZ DE LA CUEVA.
La capellanía fundada por Francisco Sanz de la Cueva nos recuerda la que hacía poco había establecido Juan García Méndez, de quién se habló en la primera parte. La servirían dos capellanes que dirían las misas y responsos todos los días del año en su capilla, perpetuamente, en semanas alternas, remunerados cada uno de ellos en especie con 64 fanegas de pan mediado (trigo/cebada) pagadas el día de Nuestra Señora de septiembre. Más ocho fanegas en la misma forma para la iglesia de San Miguel y otras cuatro al sacristán por los servicios que se le encomiendan en relación a la capilla del fundador (toques de campana, ayudar en las misas y limpieza de la capilla).
En cuanto al ornato de la capilla, el fundador nada deja al azar y detalla los elementos que había de contener en otra de las clausulas:
Item,
digo y declaro que si al tiempo de mi fallecimiento no dejare hecho retablo y
reja en mi capilla, mando que mis testamentarios lo hagan hacer con la mayor
brevedad que fuere posible de mis bienes y hacienda, y el dicho retablo ha de
tener de toda costa de talla y pintura hasta cuatrocientos ducados. En el cual
mando se ponga de bulto la imagen de Ntra. Sra. del Populo y en tres tableros
que ha de haber en dicho retablo se han de poner y pintar de pincel en un
tablero un San Juan Bautista, en otro un San José y en el tercero un San
Francisco. Y la reja ha de ser de hierro y dorada y dada de azul que cueste
hasta otros cuatrocientos ducados, antes más que menos.[x]
La realización del retablo se abordaría inmediatamente pero se terminaría después de la muerte del fundador. Balbino Velasco nos da cuenta de un inventario de 1621 en el que se describe el estado en el que se hallaba la obra: “un retablo de Francisco Sanz de la Cueva en su capilla, de madera, blanco con una nuestra Señora del Populo con un niño en los brazos y cuatro columnas a los lados del altar y otras dos arriba con las figuras de la esperanza y la fe”.
Nueve años después del testamento, el retablo se hallaba pues en madera sin policromar (en blanco) y con las esculturas que se citan. Las de la Fe y la Esperanza no se habían descrito por el fundador y tal vez fueran incluidas por sugerencia del entallador. Se deduce que serían sus herederos en el patronato de la capilla quienes continuarían en años posteriores con la pintura y conclusión de dicho retablo que se caracteriza por un marcado clasicismo en su conjunto. Agotada por estos años la escuela cuellarana de escultura, lo más probable es que su realización se encargara a algún taller vallisoletano tardo-manierista. Ese manierismo es más patente en las obras de pincel con un marcado claroscuro en las composiciones y en el mantenimiento de figuras alargadas que denotan cierta influencia de El Greco, con una señalada desproporción en las figuras humanas, muy marcada en la imagen de San Juan Bautista. Siendo Francisco y Juan nombres recurrentes en la familia, se entiende que el comitente hiciera representar en su retablo a estos santos; otra debe de ser la razón para incluir a San José. Significativa es la fecha que aparece en el retablo: 1641. Puede corresponderse con el año de su conclusión y de ello se encargarían, por lo tanto, los sucesores en el patronato de la capilla.
La actual reja de la capilla solo tiene un siglo de existencia. Fue encargada por la familia Ayala al cerrajero artístico local Juan Montero y sustituiría a la original por hallarse en mal estado. Esto hace suponer que la antigua pudo hacerse en madera en el siglo XVII y no como la descrita por el fundador. La obra de Montero es de excelente calidad, con un claro aire modernista dentro de su minimalismo.[xi]
LOS SANZ DE TAMAYO Y LOS AYALA, SUCESORES EN EL MAYORAZGO.
Estableció Francisco Sanz de la Cueva en su testamento este orden de sucesión en el disfrute de la fundación:
1º Juan Sanz de la Cueva y Lorenzana, su sobrino, hijo de Juan de la Cueva y de Isabel de Lorenzana.
2º Juan Tamayo de la Cueva, su sobrino hijo de Antonio Tamayo de Curiel y de Doña Ana de la Cueva, hermana del fundador.
3º Juan Velázquez de Atienza, hijo de los señores Gómez Velázquez y de Isabel de Lorenzana, cuñada del fundador.
El primero llamado a este vínculo, Juan Sanz de Lorenzana, vivo en le momento de la redacción del testamento de su tío, fallecería algún año después malográndose, como su hermano Francisco, en plena juventud, por lo que corrió el turno. Así, el mayorazgo recayó por línea femenina en Juan Tamayo de la Cueva, que debió incluir el apellido Sanz en su nombre para cumplir con otro de los requisitos del fundador para ostentar el mayorazgo.
Obsérvese que el tercer llamado era el hijo de la cuñada del fundador habido con Gómez Velázquez de Atienza. Con este nuevo matrimonio de la que fue mujer de su hermano Juan de la Cueva, firmó Francisco Sanz de la Cueva una concordia en la que se obligaba a pasarles anualmente 2000 ducados y 50 fanegas de pan mediado.
Anduvo durante todo el siglo XVII el patronazgo de la capilla en los descendientes directos de Juan Tamayo de la Cueva, sobrino nieto del fundador. Tenemos la línea sucesoria completa y sin fisuras pero no es el caso desarrollarla aquí.[xii] Nos centraremos, no obstante, en el patrón que mandaría policromar el retablo y concluirlo, rematándolo con la inclusión de la heráldica. No hemos obviado el estudio de estos escudos como prueba (por más que se diga lo contrario por pseudohistoriadores asiduos a ponencias sobre historia local) de que la heráldica sí que nos importa. Hemos relacionado uno de los escudos con el de Juan Sanz de Tamayo Velasco y Medinilla, segundo poseedor del mayorazgo, que plasma en él la heráldica de sus abuelos paternos y maternos. Los Velasco, Velázquez de Medinilla, Figueroa, Orozco, además del escudo del fundador (Sanz) y el de la familia Tamayo, aparecen allí representados.[xiii] Por debajo de este escudo asoman los extremos de los brazos de una cruz de Malta; no consta que Juan Sanz de Tamayo Velasco y Medinilla fuera caballero de esta orden.[xiv] La fecha de 1641, que aparece en el centro del retablo, es perfectamente compatible con la asignación que proponemos.
A finales del siglo XVII la rama de los Sanz de Tamayo se agota por línea masculina y los derechos a heredar la fundación de Sanz de la Cueva recayeron en Magdalena de Tamayo. Por matrimonio de esta señora con Pedro Ignacio de Ayala, oficial del Archivo de Simancas, la fundación de Francisco Sanz de la Cueva cae dentro de la órbita de los Ayala y de ellos acabará recibiendo su nombre la capilla.
Durante la crisis del seiscientos, Samboal y sus anejos se habían despoblado para estar así durante algunas décadas; habiendo tierras disponibles en los pueblos próximos sin cargas de rentas, sus vecinos se habían trasladado a ellos. A principios del siglo XVIII se concedieron privilegios a los que decidieran volver a poblar Samboal. Los nuevos vecinos obtuvieron facultad real para poder entrar y labrar por su reconstituido concejo todas las tierras que ocuparon antiguamente los tres lugares que componían la colación. En virtud de esta orden habían vuelto a roturar las tierras donde ya no quedaban linderos y las volvieron a poseer como propias. Incluso arrendaron algunas tierras a personas forasteras. Habían obviado u olvidado quién era el auténtico dueño de esos términos.
En el año 1729, Pedro Ignacio de Ayala, marido de Magdalena Tamayo, presentó su reclamación y derechos a la propiedad. Lo traía todo por el libro: las 830 obradas compradas por los antepasados de su mujer a Felipe II. Los nuevos vecinos de Samboal declararon que no habían conocido las tierras contenidas en la venta judicial de 1587, pero tuvieron que asumir la evidencia y autenticidad del título porque los términos, la toponimia, seguían siendo los mismos.
Casa de Don Cándido María Ayala, en la esquina de la Calle de la Morería y la Calle Escuelas Viejas
***
La prolijidad de la documentación generada por las familias tratadas, como decíamos al comienzo, ha determinado que este trabajo de investigación haya sido a la postre transversal, abordando diferentes temas a los que nos conducía su lectura (y otros que no se reflejan por la consideración de este espacio). El objetivo principal era, sin embargo, ir completando ese desconocimiento sobre los judíos que decidieron permanecer en Cuéllar después de la expulsión de 1492 y de su descendencia.
Algo hemos aprendido en el camino: podríamos aplicar un método similar para identificar a los, aún más desconocidos, judíos conversos cuellaranos de finales del siglo XIV y principios del XV, la época que coincide con la vida del fundador del Hospital de la Magdalena, Gómez González. A priori, los resultados son sorprendentes. Así que la polémica está servida, más si viene del análisis de este modesto historiador. Por ello, sigan obviando lo que les cuento (o aprovechándose de ello). Hablen cartas y callen barbas. Mi principal objetivo es que lo disfruten; ese es el mejor reconocimiento a la obra que pretende estar bien hecha.
J. Ramón Criado Miguel
En Sanchonuño, durante el confinamiento y hasta julio de 2020.
Fuentes:
Julia Montalvillo García. La judería de Cuéllar. Revista LA VILLA. (Tres artículos).
Balbino Velasco Bayón: Historia de Cuéllar. 5º Edición. 2013.
J. Ramón Criado Miguel. Cuéllar: la historia perdida. 2017. Ejecutoria del pleito litigado por Manuel de Ayala Ladrón de Guevara, oficial en el archivo de Simancas, con el fiscal del rey y el concejo de Samboal, sobre reivindicación de bienes del mayorazgo fundado por Francisco Sanz de la Cueva. Archivo de la Chancillería de Valladolid. Registro de ejecutorias, Caja 3513,33.
HERÁLDICA EN LA CAPILLA DE SANZ DE LA CUEVA
Sanz: En campo de plata una banda de azur de tres piezas.
Velasco: Escudo jaquelado de quince piezas, ocho de oro y siete de veros.
Tamayo: En plata, una banda de gules engolada en dragantes de oro.
Medinilla: En plata, castillo mamposteado de oro.
Velázquez: Algunos Velázquez de Cuéllar usaron cruz hueca roja (de gules) en campo de oro.
Figueroa: En campo de oro cinco hojas de higuera en sotuer (aspa).
Orozco: Cruz de gules con cuatro aspas y cuatro lobos en sable (negro).
Por debajo asoman los extremos de una cruz blanca de Malta.
Atribución de este escudo: Juan Sanz Tamayo de Velasco y Medinilla, hijo de Juan Tamayo Sanz y de Ana María de Velasco Medinilla. Segundo poseedor de la fundación de Francisco Sanz de la Cueva y sobrino nieto de este. Activo en 1641.
Escudo de la izquierda.
Escudo partido.
Primero, Velázquez: En campo de oro, cruz hueca de gules.
Segundo, Tamayo: De azur, una estrella de oro acostada por cinco moharras (puntas de lanza) de plata. Bordura de gules con cuatro armiños blancos.
Por debajo del escudo asoman las aspas de una cruz de Santiago y otra de Malta.
Frontal
de la gradilla del altar de la capilla:
.
[i]Fernand Gómez de la Cueva, en el judaísmo Mosé Galfón, hijo de Rabí Zamaya, es un caso similar a Sanz de la Cueva. Regresado a Cuéllar bautizado desde Portugal. Reclamó se le devolvieran los bienes que vendió al tiempo de la expulsión, pagando él el precio en el que fueron entonces tasados más las mejoras. Relacionado también con la gestión de impuestos y de bienes. Se le reclamó, una vez convertido, para que hiciera información sobre los bienes que dejaron los judíos en Soria, Ágreda y otros lugares del obispado de Osma. Rabí Zamaya habría continuado en el exilio ya que traspasó en Fernand Gómez de la Cueva los contratos y deudas que tenía en Cuéllar y pueblos de su entorno. (AGS. RGS, LEG. 149.306,145)
[ii]Mucho debemos a los trabajos de Julia Montalvillo García para el conocimiento de la comunidad judía de Cuéllar durante la Edad Media. Ella los ha situado en un tiempo y en un espacio, el barrio de San Esteban, incluida la propia sinagoga.
[iii]Se completa esta inscripción en la capilla con otra en el lado derecho que reza: AQUÍ ESTÁ SEPULTADO/ FRANCISCO SANZ DE LOREN/ZANA IJO DE JUAN DE LA CUE/BA Y DE DOÑA ISABEL / DE LORENZANA Y ER/MANO DE IUAN SANZ DE LA CUEVA Y LOREN/ZANA. MURIO BIS/PERA DE SAN MATEO/ DE 1610. RIP
[iv] Unas casas principales con sus bodegas cubas y aparejos que están en la parroquia de San Miguel, con todo lo a ellas anejo que lindan con la cárcel y calle pública. El testamento de Martín López de Córdoba Hinestrosa cita a Francisco Sanz como propietario de estas casas de la Morería en el año 1521.
Tenían los Sanz de la Cueva otros inmuebles en Cuéllar: Otras casas en la parroquia de Santa Marina que compré de Gregorio de Vellosillo y Sancho Velázquez y sus mujeres, difuntos, vecinos que fueron de esta villa, las cuales yo labré de nuevo y con el huerto y corral que tienen, que alindan con casas que eran de Maldonado pintor (Gabriel Cárdenas Maldonado) y con corrales de la casa de arriba, y por delante la calle que va de la Pescadería a la Serranilla.
Item unos hornos que tengo en esta villa que están detrás de la casa en que yo vivo, linderos por delante callejuela que va desde la calle de la Morería a la Serranilla y por otra parte casas de María San Martín que eran de Juan Sanz, clérigo, y por detrás casas de herederos de Francisco de Espinosa.
[v] Casas en Vallelado: Unas casas principales con bodega, cubas y lagares, aparejos de ellos y sus corrales y palomar que están en el lugar de Vallelado, que afrentan en el arroyo de dicho lugar y calles públicas, las cuales eran de mis padres. Y a estas casas de Vallelado añadí otras casas que compré de Pedro García y su mujer, vecinos de dicho lugar.
32 obreros de viña en Vallelado y 152 obreros en el
despoblado de Torre, éstos en 4 pedazos.
[vi]En la segunda mitad del siglo XVI, Felipe II procedió a la venta de las llamadas tierras baldías que estaban siendo cultivadas por los campesinos sin tener título de propiedad. Supuso un intento global, ante la desproporcionada participación tributaria, de sanear la voraz Hacienda de su reinado. Los vecinos de la colación de Samboal no pudieron hacer frente a la compra de esas tierras y salieron a pública subasta.
Detrás de estas ventas está, por un lado, uno de los principales motivos del empobrecimiento paulatino del campesino que, en muchos casos documentados en la comarca, no pudo afrontar a tiempo los pagos de los plazos de la compra, y, por otro, fue la causa del enriquecimiento de los más poderosos.
[vii] Ejecutoria del pleito litigado por Francisco Sanz de la Cueva y su hermano Juan de la Cueva, vecinos de Cuéllar, con Juan Ramos, vecino de Vallelado, sobre injurias con un libelo difamatorio donde se les acusa de herejes. ACHVA.
[viii] Otra casa en San Cristóbal que hube por un censo de
Alonso González que alinda con casas de Pedro de Portillo y calles públicas y
las eras de dicho lugar.
Item otro censo al quitar que tengo contra la
alhóndiga de esta villa de dos mil ducados de principal.
1 ducado= 375 maravedíes. (Valor señalado por
Francisco Sanz de la Cueva en sus papeles)
250 ducados para ropas, cáliz y patena de plata y
otros para su capilla.
[ix]Estos y otros pormenores de la relación entre Gómez Velázquez de Atienza e Isabel de Lorenzana pueden verse en mi relato Hermanos de leche publicado en mi blog: http://microhistoriases.blogspot.com/
[x] La devoción a la Virgen del Pópulo es de origen italiano. Aunque minoritaria en España, está bien representada en Cuéllar de esta manera y por otra imagen que el obispo cuellarano Juan Torres Osorio se trajo de Nápoles y que legó a uno de sus herederos por no poderle dejar otra cosa, según consta de su testamento (1632) dado a conocer por el investigador Rojo Vega.
[xi] Juan Armindo Hernández Montero: La familia Montero González, maestros de cerrajería artística. LA VILLA nº 33)
[xii]Agradezco la colaboración del genealogista colombiano D. Felipe González y Otoya que nos ayudó a ordenar la linea sucesoria de los Sanz de Tamayo.
[xiii]Todos estos nombres figuran en un listado de apellidos de origen converso por lo que nos planteamos si no se buscaban de alguna manera los cristianos nuevos para concertar matrimonios entre ellos.
[xiv]Sí consta que fuera caballero de San Juan en 1627 su cuñado Diego Velasco Velázquez de Medinilla Orozco de la Serna y Figueroa, nacido en Cuéllar en el año 1603. Con 10 años fue mandado por sus padres como criado o paje del arzobispo de México Juan Pérez de la Serna. Todos estos apellidos están recogidos en la heráldica de la capilla, salvo el de Serna, que posiblemente Diego Velasco tomara de su padrino el arzobispo.
Heráldica de los Pardo:
En campo de oro, tres antorchas o tizones de sinople, nudosos y encendidos, con
las llamas de gules.
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Maqueta del galeón de Manila. Museo Naval de Madrid. |
Cuadro de Sevilla en el siglo XVI. Allí llegaban las mercancías de América y en ella hizo su testamento Juan García Méndez en el año 1600. |
Capilla de los Pardo |
Capilla de los Pardo |
Lucillo en la pared sur |
1.957: LA FUGA DEL PENAL DE CUÉLLAR
El castillo de Cuéllar en los años 70, aún conservaba una de las garitas de vigilancia
Aún, a pesar de los años transcurridos, la memoria colectiva de los cuellaranos se agudiza cuando de recordar se trata lo vivido durante aquellos años en que su monumento mayor, el castillo-palacio de los Alburquerque, tenía como destino ser un penal de reclusos. Los últimos años de la Guerra Civil, tras haberse alojado en el mismo tropas italianas camino del frente, comenzaron a llegar soldados prisioneros sobre todo del frente norte; más adelante, llegaron ciudadanos presos políticos, y por último, se añadieron reclusos comunes. La vieja fortaleza, cedida por el Duque de Alburquerque casi obligadamente por las circunstancias reinantes, fue transformándose en prisión estatal que albergó un sanatorio, único en España, antituberculoso de presos y funcionarios. Hasta los años sesenta del pasado siglo en que la Dirección General de Prisiones cerró definitivamente el penal, los años transcurridos en torno al mismo, generaron cantidad de anécdotas y vivencias entre los cuellaranos que el tiempo desdibuja o transforma a veces de manera tal que se desvirtúan los hechos, como el de este caso que nos ocupa. Durante los más de treinta años que he acompañado como monitor, a miles de personas a visitar la fortaleza, en casi ninguna de las visitas ha faltado quien pregunte por el suceso; parece, pues, que es necesario recordar lo ocurrido para volver a recuperar para el colectivo memorial, aquellos sucesos.
"EVASIÓN EN EL SANATORIO PENITENCIARIO DE CUELLAR", Cinco reclusos se descolgaron por un muro valiéndose de una cuerda de sábanas; dos de ellos fueron muertos.
EL ALTAR MAYOR DE LA CAPILLA DEL HOSPITAL DE
Altar mayor de la Capilla de la Magdalena Cortesía de Gabriel Gómez (Alea Comunicación) |
La primera referencia la encontramos el 22 de enero de 1700, en la toma de cuentas del año 1699 a Juan Tamayo Sanz de Velasco, mayordomo del Hospital, ante el escribano Ángel de Burgos, por Don Fernando de la Pinilla, corregidor, D. Patricio Bermúdez, D. Manuel Velázquez de Vellosillo, D. Juan Yrurzum, D. Antonio de Herrera, regidores del estado de los hijosdalgo, D. Andrés Dávila, procurador del estado de los hijosdalgo, Juan Vázquez, regidor del estado general de Villa y Tierra, Juan Calvo, procurador del estado general de la Villa y arrabales, y el licenciado D. Manuel Calvo, capellán del Hospital de la Magdalena. Para empezar tenemos la constancia de que se publicitó, mediante edicto tanto en Segovia como en Valladolid, la obra que se pretendía hacer, para que quienes estuvieran interesados en pujar acudieran a Cuéllar.
Cuentas de 1699 |
Cuentas de 1700 |
Pedestal de piedra sobre el que se asienta el retablo |
Altar sin dorar ni policromar de la iglesia de San Andrés de Cuéllar. |
Cuentas de 1704 |
Escudo de Gómez González Cortesía de Cristina Sancho (Radio Cuéllar) |
Escudo de Cuéllar Cortesía de Cristina Sancho (Radio Cuéllar) |
Escudos: Más viente y dos reales que pagó por libramiento del señor Diputado a Manuel de Aceues por la hechura de vnos escudos que hizo de madera para la techumbre de dicha capilla maior; entregó el libramiento.
Y también se abonaron los gastos de viajes y manutención del dorador mientras estuvo en Cuéllar
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“NUESTRO CLIMA A DEBATE”
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Oficios concejiles privativos de los caballeros hijosdalgo en el siglo XVII (I)
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El Entierro de Cristo y la ceremonia del Descendimiento en Cuéllar
En origen fue una imagen articulada, con el fin de recrear la ceremonia del desenclavo o descendimiento, pues su postura nos indica claramente que fue realizado para verle crucificado, como se puede apreciar en la rigidez del paño de pureza,
la postura de los pies, uno sobre otro, como si aún estuviera en a cruz, la posición de la cabeza sobre el pecho
y los dedos de las manos que se doblan hacia las palmas.
Parientes, criados y allegados de un señor de la
Tierra de Campos:
El testamento de Fernán Gutiérrez de Vega,
Concesión de la villa de Grajal |
Monasterio de San Pedro de la Santa Espina |
Alfonso de Urueña, abad
de San Pedro de la Espina, testamentario.
Gonzalo Muñoz de Madrigal, vecino
de Mayorga, su criado, testamentario.
Alfonso Iuan, vecino de Robladilla.
Fernán González de Villapadierna, su criado,
testamentario.
Rodrigo de Vega, escudero suyo.
Rodrigo de Vega, escudero suyo.
Juan de San Pedro, su criado.
Perico de Escobar, su criado y paje.
Pedro
de Campuzano
|
Lope Ardín
Juan de Sahagún, su
criado.Nuño de Mata.
Abraham Abogado, judío, vecino de
Grajal, mayordomo de Fernán Gutiérrez.
Juan de Nuceda, escudero que fue de
Fernán Gutiérrez.
Pedro Triguero, su criado.
Juan Vaquero el mozo.
María Juan de Valverde.
Álvar Rodríguez de Escobar.
Pedro de Caduérniga.
El abad de Sandoval.
Alfonso Martínez y Fernán Pérez,
tenderos, vecinos de Villalón.
|
Inventario
de las joyas de María Rodríguez de Escobar
(1435-IX-21, Mayorga)
|
|
- 1 caja pintada en que
yacían 19 tocas y 1 franja y 6 piezas de guarnición de adaraga doradas
y un sello de plata de las armas de mosén Fernando con otras cosas menudas.
- 1 caja de cuchillos
- Otra caja negra con 8
peines.
- Otra caja con 4
madejuelas de filo de oro y 2 dedales y 1 tornillo y un ganchete y una bolsa.
- 4 copas con sus
sobrecopas doradas y esmaltadas.
- 5 copas de pies llanas.
- 1 aguamanil dorado y
esmaltado y un jarro blanco y un plato de plata grande y una taza pequeña;
abollones en el fondón.
- 22 cucharas de planta
en una caja.
- En una arca con un
pedazo de leche de Santa María
- Una cinta de caderas
y un petral de 48 esslauones y 12 cencerros de plata dorados y un peso
con su mazo.
- 1 frutero bosslado
- 1 çinta negra de
cuero con se ferilla de oro e con 58 chatones de oro sin cabo.
- Otra cinta de un texillo
negro guarnida de plata dorada.
- Una bolsa negra de
seda con 3 doblas de la Banda y 1 nobre de Ingraterra y 1 real
- 1 hilo de corales
gruesos en que hay 130 piezas.
- 1 tajuela en que yace
un firmalle (joya en forma de broche) de oro que hay dos balajes y un
diamante pequeño y dos perlas y una vánora de nácar guarnida de oro con siete
perlas.
- 1 arquilla de hueso donde yacen (9) "sortijas", 1
cornalina, 1 turquesa, 1 esmeralda
|
y 2 çafyles y 2
diamantes y 1 verga de oro y otras de plata.
- 1 cruz pequeña negra
guarnida de oro y 1 de oro.
- 3 pedazos de
cornalinas.
- 1 filo de patresnostres
de oro en que hay 25 patresnostres gruesos y 26 menores.
- 1 guirnalda de plata
dorada en que hay 16 rosas guarnidas de perlas y de piedras salvo la una
que falleçe una piedra.
- 1 haua de
cristal guarnida de oro.
- 1 pedazo de coral
guarnido en plata.
- 1 filo de paternostres
de coral y de oro en que hay 57 corales y 75 paternostres de oro.
- 1 almohanaca
de aljófar toda cumplida.
- 1 aluanega (un
tipo de cofia) de oro y de aljofar toda cumplida.
- 1 alfaite de
aljófar con 6 alcorçíes y 6 rosquelas.
- Otro alfaite
de aljófar en que hay 9 alcorcíes
- 1 red de aljófar y
otro aljófar menudo que pesa todo con el paño en que está envuelto 1 marco y
tres onzas poco más o menos.
- Otro hilo de corales
en que hay 172 corales y 23 sartas de plata doradas.
- Unos paternostres
negros en que hay 92 cuentas de oro.
- 15 firmalles
guarnidos de piedras de vidrio y de perlas según por ellas parecía.
- 1 cinta de texillo
negro guarnida de plata dorada con cabo y fonilla.
- 1 canotillos
de plata dorados en un paño ¿dorado?
- 2 mangos de ¿caniuedes?
de cornalinas.
- 2 ¿biochaditras?
de plata doradas en que hay 67 botones menudillos
|
o
Rodrigo de Vega, escudero suyo, el potro rucio en que
andaba y las armas que tenía de su señor afuera de la cota.
o
Perico de Escobar, su criado y paje, el potro morcillo que
compró en Medina de Rioseco, armas para su cuerpo las que hubiere menester,
una cota y 1.000 mrs. para vestir
o
Juan de Sahagún, su criado, 1.000 mrs. y que devuelva la
cota que de él tiene.
o
Se hagan cuentas con los escuderos de tierra, con escuderos
de quitaciones, con hombres de pie, acemileros, collazos, rapaces y esclaruos
que tenía Fernán Gutiérrez a su finamiento para cumplir lo que se les debía.
|
o
Juan de Nuceda, escudero que fue de Fernán Gutiérrez, 300 mrs. por
cargo del tiempo en que venía él.
·
Deudas con un Juan Vaquero el mozo, por las yeguas que su
padre dejó y le tomó Fernán Gutiérrez.
·
Se destinen para casar 7 mozas de sus lugares de Torre,
Castrillo, Villalinvierno, Valverde y Robladilla, 600 mrs., a cada y 5 varas
de paño a 30 mrs. la vara, que sean honestas, virginales y de nombre María –
si no las hubiera, de otro nombre –, en devoción a la Virgen.
|
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- El abad: era el párroco de San Esteban. Con la unificación de las parroquias a mediados del siglo XIX, es el de San Miguel. Hoy día cualquiera de los sacerdotes de la parroquia o quien deleguen los mismos.
- El Mayordomo, que curiosamente tenía que pertenecer al estado llano.
- Los Regidores: dos hasta 1.779 y cuatro desde ahí en adelante. A veces se constata que eran ellos con el Mayordomo quienes sufragaban los gastos de las celebraciones.
- Las Varas perpetuas que se constatan en lo que parece que fue una refundación a partir de 1.912. Eran cinco y como su propio nombre indica, no se sometían a sorteo, en todo caso delegaban anualmente el cargo a quien quisieren. Con el tiempo han desaparecido, aunque estaban vigentes hasta los años ochenta del siglo XX.
- El Notario, al principio ajeno a la Cofradía, luego se le hizo pertenecer a la misma. Se encargaba de redactar las actas. Hoy día este cargo no existe y se encargan los hermanos de su cometido.
- El Alguacil. Se encargaban de notificar a los hermanos los días y horas de las celebraciones. Hoy día no existe el cargo y su cometido lo hacen los hermanos.
- Los Danzantes, que eran ocho, aunque tan sólo dos de ellos eran hermanos; los hermanos solían delegar su puesto en otros. Se sorteaban los puestos para la danza.
- Los portadores de las Varas, en un principio eran los Regidores y el Mayordomo, después los hermanos de la Varas perpetuas y más adelante los hermanos o aquellos en quien deleguen.
Quedaron atrás también las concurridas “novenas” en que los niños no se cansaban de cantar villancicos y tocar las típicas “castañuelas cuellaranas” (también denominadas tejoletas).
Algunos devotos danzando y tocando castñuelas y tejoletas |
El Niño de la Bola a su llegada a la iglesia de San Esteban |
La Procesión bajo las murallas de la ciudadela de la Villa |
Dulzaineros y danzantes durante el recorrido de la procesión |
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LA JUDERÍA DE CUÉLLAR A TRAVÉS DE LOS DOCUMENTOS DE LOS ARCHIVOS DE LA VILLA
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ALTAR DE LA VIRGEN DE LA IGLESIA DE SAN ESTEBAN
"EL FUERO DE LA EXTREMADURA CASTELLANA"
DOCUMENTO SOBRE EL REPARTO DE LAS OFRENDAS DE LOS FUNERALES ENTRE LOS FRAILES DE SAN FRANCISCO Y LOS CLÉRIGOS DE LA VILLA
CASAS BLASONADAS EN LA VILLA DE CUÉLLAR.
TRANSCRIPCIÓN DEL DOCUMENTO
Yten mando que si fallesçiere en el lugar de Hontalvilla que me traigan al dicho monesterio e venga el cura e sus sacristanes con mi cuerpo hasta el dicho monesterio e den al dicho cura tres rreales e de comer e a los sacristanes a veynte maravedís a cada uno e traigan tres honbres que vengan con ellos e se lo paguen. Yten mando que den a la yglesia de Santa Margarita un rreal para su hobra e a la yglesia de señor San Pedro del dicho lugar otro rreal para la dicha obra de la yglesia. Yten mando que me diga el cura del dicho lugar çinco misas en la yglesia de señora Santa Margarita e otras çinco en la yglesia de señor Sant Pedro en el altar de señor Sant Andrés e se las paguen a medio rreal e le den una libra de çera para las dichas misas e les paguen lo que es costunbre por el comer. Yten mando que den al dicho monesterio de señora Santa Clara, donde yo me mando enterrar, dos anegas de pan de rrenta, una de trigo y otra de çebada, para siempre jamás por que rrueguen a Dios por mi ánima e se lo den del pan que tengo de rrenta en el lugar del Campo, que es tierra de Maderuelo. Yten mando que si mi hija Francisca Vermúdez fallesçiere antes que tome estado de bebir que la entierren en el dicho monesterio donde yo me mando enterrar e le agan por su ánima otro tanto como yo mando en el dicho monesterio. Yten mando a Santa María la Mayor, donde rreçebimos olio crisma çinco maravedís e a la trenidad e rredençión de cavtibos cada çinco maravedís e a Santa Olalla de Barçelona otros tres maravedís e a todas las otras hórdenes acostunbradas a cada una un maravedí. Yten mando que den a mi hermana Ysabel Vermúdez, monja, quatro baras de paño blanco para una faldilla e çinco varas de lino para una camisa e mando que den a mi jija Beatris de Xaramillo otro tanto como a la dicha mi hermana. Yten mando que den a Ana de Peñaranda, mi hija, quinientos maravedís. Yten mando que den a mi hijo Pedro de Xaramilllo mill maravedís. Yten mando que qualquiera persona que viniere jurando ha esta dos rreales que se los devo que se los paguen e para conplir e pagar e executar este mi testamento e las mandas e legados en él contenidas establesco por mis testamentarios e caveçaleros al señor Alonso López, vicario, vezino de la villa de Cuéllar e a Juan Sedeno, mi hermano, vezino de Navas Dolo e a Pero Vermúdez, vezino de la Caveçuela e a la señora abadesa del dicho monesterio e a mi hermana Ysabel Vermúdez, monja, a los quales e cada uno de ellos por si e yn soligum doy todo mi poder conplido bastante segund que yo lo he para que se apoderen todos mis bienes e los vendan e rrematen en pública almoneda o fuera de ella como a ellos bien bisto fuere hasta ser conplido este dicho mi testamento e las mandas e legatos en él contenidas e aní conplido dexo por mi universal heredero a mi hija Francisca Vermúdez, hija de Pedro de Xaramillo para que herede todos mis bienes muebles e rrayzes que quedaren e fincaren conplida mi ánima e las mandas en él contenidas, rreboco e anulo e caso e doy por ninguno qualquier testamento o testamentos o codeçillio o manda o mandas que yo aya echo hasta el día de oy, agora sea por escritura agora por palabras, las quales quiero que me non valgan en juizio nin fuera del salvo este que agora fago e si no valiere por mi testamento quiero que valga por mi codeçillio e si no valiere por mi codeçillio quiero que valga por mi húltima e postrímera voluntad como mejor puede e debe valer de derecho en firmeza de lo qual otorgué esta carta de testamento e postrímera voluntad ante Garçia de Lezcano, escrivano público de la dicha villa de Cuéllar, estando en el dicho monesterio de señora Santa Clara a veynte e çinco días del mes de mayo año del nasçimiento del nuestro señor e salvador Ihesu Christo de mill e quinientos e veynte e seys años, testigos que fueron presentes, llamados e rrogados para ello, fray Juan de Herrera e fray Juan de Velásquez frailes de señor San Francisco e Bernaldino de Penilla e Hernando de Rrivera e Antonio de Rrivera e Pedro de Santa Clara, vezinos de la dicha villa. Fray Juan de Herrera / fray Juan de Velásquz / Bernaldino de Penilla / Hernando de Rrivera/ va testado do diz y e do diz no le enpesca. E yo Garçia de Lezcano, escrivano rreal e público, uno de los del número de la dicha villa de Cuéllar a merçed del duque mi señor, fuy presente a todo lo suso dicho en un con los dichos testigos e de rruego e otorgamiento de la dicha Mari Vermúdez fize escrevir esta carta segund que está asentada e otorgada en mi rregistro, por ende fize aquí este mio sino a tal en testimonio de verdad. Garçía de Lezcano, escrivano.
ALONSO GÓMEZ DE ENCINAS
1390, JUAN I DE CASTILLA CONCEDE DOS FERIAS ANUALES A LA VILLA DE CUÉLLAR
Lo que contenía lo conocemos de la confirmación del privilegio que hace su nieto, Juan II, y que es el que transcribimos a continuación.
1444, marzo, 11. Fuente el Saz.
Julia María Montalvillo García, Archivera - Directora de la Fundación Archivo Casa Ducal de Alburquerque y coautora de la "Colección Documental de Cuéllar" (Cuéllar.-2010)
EL BLASÓN DE LOS CUEVA Y SUS UBICACIONES EN CUÉLLAR
A/A de don Juan Carlos LLorente Mínguez.
ResponderEliminarEstimado sr. Llorente:
Me encuentro en este momento realizando un trabajo sobre la Heráldica de la iglesia de San Mateo, de Jerez de la Frontera. En dicho templo, en la Capilla Villacreces se encuentran dos escudos gemelos en los que aparecen las armas de los Villacreces (ajedrezado de quince) y de los de la Cueva. A fin de enriquecer el dicho estudio le agradecería me informase la datación de los escudos más antiguos de los de la Cueva que se conservan en la villa de Cuéllar, y asimismo los de mayor antigüedad conservados en documentación de la Casa de Alburquerque.
Los escudos jerezanos pueden ser datados en los años 80 ó 90 del siglo XV, poniendo como tope más cercano el año 1502, en que Esteban de Villacreces testa y menciona la capilla.
Un cordial saludo.
he visto un poco por encima el blog y me ha encantado.La presentación con música incluída genial.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu trabajo.
Saludos
Francisco Izquierdo